29 de julio de 2009

yo

Cuando despierto sin ánimo y me duele la cabeza.
Cuando pasé una de noche de aquellas que te dejan peor que cuando te acostaste.
Cuando solo quisiera dejar los pensamientos que me dan dolor de güata.
A penas me destapo y me siento en la orilla de la cama, ahí justo donde el colchón está formando una cavidad. Mis pies entran en contacto con el frío suelo.
Eso es suficiente para darme vuelta, acostarme y taparme hasta la oreja, tratando de que vuelva el calor que perdí cuando intenté levantarme.
Y me entrego sin más resistencia. Y mando a viajar a su suerte todo lo que 'debería' o 'podría' estar haciendo y a todos los personajes con los que 'debería' o 'podría' estar compartiendo o negociando o quizás que.
Y revivo preciosos momentos vividos, que me dan ansiedad y dolor de güata, pero son tan hermosos que sigo recordándolos.
Para que hablar de los momentos que pasé con aquella persona. No viene al caso. Además, esos si que me dan ansiedad y dolor de güata.
Podría pasar así todo el día, recordando canciones, tarareándolas, recordando gente, extrañándola u odiándola, imaginando el día nublado y helado que hay afuera, y del que me refugio entre la ropa de mi cama.
Esos días son flojos e inútiles... pero valen la pena.

Pancho Donoso Woodstowsky

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